NAPOLEÓN BONAPARTE




- Un hombre no está dispuesto a morir por medio penique al día ni por un quítame allá esas penas. Debes hablarle al alma para conmoverlo.

 - No debes luchar muy a menudo con un enemigo, o le enseñarás todo tu arte bélico

- Una sociedad sin pasiones es estacionaria.

- Las batallas contra las mujeres son las únicas que se ganan huyendo

- La realidad tiene limites; la estupidez no

- Antes de pensar en la injuria que hemos recibido, hay que dejar pasar cuando menos una noche

- Para hacer la guerra hacen falta tres cosas: dinero, dinero y dinero

- Hay calumnias frente a las cuales la inocencia misma se siente desfallecer

- Hay pícaros suficientemente pícaros para portarse como personas honradas

- La actitud ociosa de un ejército es su más seguro camino hacia la derrota.

- Los sabios buscan la sabiduría; los necios creen haberla encontrado

- En la guerra como en el amor, para acabar es necesario verse de cerca

- Un hombre de estado debe tener el corazón en la cabeza

- Abandonarse al dolor sin resistir, suicidarse para sustraerse de él, es abandonar el campo de batalla sin haber luchado

- Una mujer hermosa agrada a los ojos; una mujer buena agrada al corazón; la primera es un dije; la segunda es un tesoro

- Nunca sabréis quiénes son vuestros amigos hasta que caigáis en desgracia

- La palabra imposible no está en mi vocabulario

- Para gobernar hay que saber aprovecharse de los vicios de los hombres, no de sus virtudes

- No son las riquezas ni el esplendor, sino la tranquilidad y el trabajo, los que proporcionan la felicidad

- El amor es una tontería hecha por dos



Napoleón I Bonaparte  fue un militar y gobernante francés, general republicano durante la Revolución y el Directorio, artífice del golpe de Estado del 18 de Brumario que lo convirtió en Primer Cónsul (Premier Consul) de la República el 11 de noviembre de 1799; cónsul vitalicio desde el 2 de agosto de 1802 hasta su proclamación como Emperador de los franceses (Empereur des Français) 18 de mayo de 1804, siendo coronado el 2 de diciembre; proclamado Rey de Italia el 18 de marzo de 1805 y coronado el 26 de mayo, ostentó ambos títulos hasta el 11 de abril de 1814 y, nuevamente, desde el 20 de marzo hasta el 22 de junio de 1815Durante un periodo de poco más de una década, adquirió el control de casi toda Europa Occidental y Central mediante una serie de conquistas y alianzas, y sólo tras su derrota en la Batalla de las Naciones, cerca de Leipzig, en octubre de 1813, se vio obligado a abdicar unos meses más tarde. Regresó a Francia y al poder durante el breve periodo llamado los Cien Días y fue decisivamente derrotado en la Batalla de Waterloo en Bélgica, el 18 de junio de 1815, siendo desterrado por los británicos a la isla de Santa Elena, donde falleció. Napoleón es considerado como uno de los mayores genios militares de la Historia, habiendo comandado campañas bélicas muy exitosas, aunque con ciertas derrotas igualmente estrepitosas. Sus agresivas guerras de conquista se convirtieron en las mayores operaciones militares conocidas hasta ese momento en Europa, involucrando a un número de soldados jamás visto en los ejércitos de la época. Además de estas proezas bélicas, a Napoleón también se le conoce por el establecimiento del Código Napoleónico y es considerado por algunos un «monarca iluminado» debido a su extraordinario talento y capacidad de trabajo. Otros, sin embargo, lo estiman un dictador tiránico cuyas guerras causaron la muerte de millones de personas, así como uno de los personajes más megalómanos y nefastos de todos los tiempos.
Se le juzga como el personaje clave que marcó el inicio del siglo XIX y la posterior evolución de la Europa contemporánea. Sus soldados lo llamaban el Pequeño Cabo (le Petit Caporal), en tanto que los ingleses se referían a él con el despectivo Boney y las monarquías europeas como el tirano Bonaparte, el Ogro de Ajaccio o el Usurpador Universal.  Napoleón fue encarcelado y desterrado por los británicos a la isla de Santa Elena en el Atlántico, el 15 de julio de 1815. Allí, con un pequeño grupo de seguidores, dictó sus memorias y criticó a sus aprehensores. Enfermo del estómago, aquejado de una continua pesadez y un dolor en el costado derecho, los médicos creían que era una afección hepática, pero él sospechó inmediatamente que estaba atacado de la misma dolencia de su padre, un cirro en el píloro o cáncer de estómago, pero no se lo dijo a nadie hasta que estuvo lo suficientemente seguro de que así estaba sucediendo. murió el 5 de mayo de 1821. Sus últimas palabras fueron: «France, l'armée, Joséphine» («Francia, el ejército, Josefina») o, según la versión de las memorias de Santa Elena «...tête...armée...Mon Dieu !». Tenía entonces cincuenta y un años.

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