JUSTO JOSÉ DE URQUIZA
- Ni vencedores ni vencidos (Batalla de Caseros)
- Nadie ha sido colocado al frente de la provincia en circunstancias más difíciles. El mando, desnudo de cuanto halaga, sólo me presenta sus azares.
- Mi pensamiento entonces fue alcanzar para mi país los beneficios de la libertad, devolviendo a la Nación sus derechos e invitándola a constituirse definitivamente de una manera regular y permanente. Fui impulsado por un sentimiento purísimo de patriotismo y sin trepidar puse en la balanza los sucesos, con mi espada, la alta posición que debía al pueblo entrerriano, y mi cabeza; no podía hacer a la patria mayor ofrenda. Sacrifiqué en sus aras todo interés personal y me consagré a la grande obra de la nacionalidad argentina, abriendo la campaña gloriosa del Ejército Grande, con el concurso de lo más sano, ilustrado y valiente, que lucía en las filas de los viejos partidos, que habían dividido la República.
Justo José de Urquiza fue un militar y político argentino. Fue varias veces gobernador de la provincia de Entre Ríos, líder del Partido Federal y presidente de la Confederación Argentina entre 1854 y 1860. Fue acusado de promover una sublevación contra el gobernador Lucio Mansilla, por lo que tuvo que marchar a la provincia de Corrientes. Posteriormente fue diputado al Congreso provincial y presidente de la Legislatura desde 1826 hasta 1827. Desde su puesto de gobernador de la provincia de Entre Ríos pasó a ser portavoz del federalismo y defensor de los intereses de las provincias litorales, frente al monopolio comercial de Buenos Aires. Derrotó en la batalla de Monte Caseros (1852)a Juan Manuel de Rosas y fue nombrado director provisional de laConfederación Argentina. Después de que la Constitución Federal de 1853, fuese aceptada, comenzó su periodo presidencial (1854-1860). En 1859 venció a las tropas bonaerenses en la batalla de Cepeda y en 1860 cedió el poder a Santiago Derqui (1860-1861). Un 11 de abril de 1870 fue asesinado en su mansión, cerca de Concepción del Uruguay. Cincuenta hombres invadieron el Palacio por su parte posterior. Urquiza tomó un arma e hirió a algunos de sus atacantes, pero un balazo dio en su mejilla y tras él, cinco puñaladas acabaron con él.
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