RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA
- El reloj no existe en las horas felices.
- Ese precioso y necesario don del sentido común, que es el menos común de los sentidos.
- El lunar es el punto final del poema de la belleza.
- Tenía tan mala memoria que se olvidó de que tenía mala memoria y se acordó de todo.
- Aburrirse es besar a la muerte.
- Lo que defiende a las mujeres es que piensan que todos los hombres son iguales, mientras que lo que pierde a los hombres es que piensan que todas las mujeres son diferentes.
- Los que matan a una mujer y después se suicidan debían variar el sistema: suicidarse antes y matarla después
- Es difícil determinar cuando acaba una generación y comienza otra. Diríamos más o menos que es a las nueve de la noche.
- El mejor destino que hay es el de supervisor de nubes, acostado en una hamaca mirando al cielo.
- Los genios son los que dicen mucho antes lo que se va a decir mucho después.
- El epitafio es la última tarjeta de visita que se hace el hombre.
- En realidad, los seguros de vida son seguros de muerte.
Ramón Gómez de la Serna Puig fue un prolífico
escritor y periodista vanguardista español, generalmente adscrito a la
Generación de 1914 o Novecentismo, e inventor del género literario conocido
como greguería. Posee una obra literaria extensa que va desde el ensayo
costumbrista, la biografía (escribió varias: sobre Valle Inclán, Azorín y sobre
sí mismo: Automoribundia), la novela, el teatro. Su vida y obra es una ruptura
contra las convenciones. Es así, una encarnación con el espíritu y la actuación
de las vanguardias, a las que dedicará un libro llamado Ismos. Su obra es
extensa y su eje central son las greguerías, que es un género iniciado por él,
que son un conjunto de apuntes en los que encierra una pirueta conceptual o una
metáfora insólita. Suelen ser de varios tipos: chistes, juegos de palabras e
incluso también pueden ser apuntes filosóficos. «Ramón», como le gustaba que le llamaran, escribió un centenar de
libros, la gran mayoría traducidos a varios idiomas. Divulgó las vanguardias
europeas desde su concurrida tertulia, en
el Café de Pombo,
inmortalizada por su amigo el pintor y escritor expresionista José Gutiérrez Solana. Escribió
especialmente biografías donde
el personaje reseñado era en realidad una excusa para la divagación y la
acumulación de anécdotas verdaderas o inventadas. Nihilista que ante la
sociedad carente de valores que le tocó vivir respondió con una extravagancia
casi esperpéntica. Escribió en El Sol, La Voz, Revista de Occidente, El
Liberal. Con Azorín fundó
el PEN Club español. Fue secretario del Ateneo de Madrid. Al estallar
la Guerra Civil española Ramón Gómez de la Serna se traslada
a Buenos Aires, ciudad en la que falleció el 12 de enero de 1963
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