FRANCISCO I
¡Cómo me gustaría una Iglesia pobre y para
los pobres!
Como muchos no son creyentes, les bendigo en
silencio respetando su conciencia
Un poco de misericordia cambia el mundo, lo hace
menos frío y más justo
No
cedamos nunca al pesimismo ni a la amargura que el diablo nos ofrece cada día
¡Cuánto daño hace la vida cómoda, cuanto
daño hace el bienestar! El aburguesamiento del corazón nos paraliza
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