FRANÇOIS MAURIAC























¡Qué poco cuesta construir castillos en el aire y qué cara es su destrucción!


Mi vida está llena, hasta el colmo, por una ausencia

La muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo. La vida sí que nos los roba muchas veces y definitivamente.

Nuestra vida vale lo que nos ha costado en esfuerzo.

Un mal escritor puede llegar a ser un buen crítico, por la misma razón que un pésimo vino también puede llegar a ser un buen vinagre

El arte de vivir es sacrificar una pasión baja a otra más alta.

La gentileza siempre es un signo de traición.

Los hombres de Estado son como los cirujanos: sus errores son mortales.

"Dime lo que lees y te diré quién eres", es cierto, pero te conoceré mejor si me dices lo que relees

De nada sirve al hombre ganar la Luna si ha de perder la Tierra

Escribir es recordar, pero leer también es recordar.


François Mauriac. Escritor francés ganador del Premio Nobel de Literatura. Es conocido por ser uno de los más grandes escritores católicos del siglo XX. Participó como soldado durante la I Guerra Mundial, donde enfermó gravemente. Entre 1927 y 1929 se enamoró violentamente del joven escritor y diplomático suizo Bernard Barbey; esta pasión fue estéril y Mauriac sufrió una profunda crisis religiosa; esta crisis se refleja en su novela cortaCoups de couteau ("Cuchilladas", 1926); en 1933 fue nombrado miembro de la Academia Francesa. Durante la Guerra civil española, simpatizó con el bando republicano y después al estallar la II Guerra Mundial formó parte de la Resistencia Francesa contra la invasión nazi. Editó las revistas Les Lettres françaises y Le Cahier Noir, en las que denunciaba y criticaba las torturas y asesinatos cometidos contra los patriotas franceses.
Al finalizar la guerra realizó una segunda incursión en el teatro, pero, al igual que ocurrió con la primera Asmodée (1938), no tuvo el mismo éxito que sus novelas.
Colaboró con el periódico conservador Le Figaro, para pasar más tarde al recién creado L'Express. Su apoyo en sus páginas a De Gaulle le hizo enemistarse con sus compañeros por lo que volvió a Le Figaro.
Años más tarde, debido a su defensa de la causa argelina durante la guerra de independencia de este país, recibió amenazas de la organización terrorista de extrema derecha OASEn 1952 recibió el Premio Nobel de LiteraturaSostuvo una agria disputa pública con el también escritor Roger Peyrefitte, quien atacó al Vaticano en libros como Las llaves de San Pedro (1953); al amenazar Mauriac con dejar de colaborar en el periódico en que estaba publicando en ese momento (L'Express) si no dejaba de publicitar los libros de Peyrefitte, este se enfadó y lo acusó en una carta abierta de ser un Tartufo y homosexual reprimido en el armario. Investigaciones recientes en su epistolario confirman que en efecto lo era, y había reprimido con mucho sacrificio personal esas inclinaciones.
Mauriac suele colocar a sus personajes en su natal región de Las Landas, que conocía bien. Sus novelas se inspiran en dos temas fundamentalmente: la religión y la pasión. Suele pintar personajes en que la fe se encuentra en conflicto con la sed de placer (L'Enfant chargé de chaînes, La Robe prétexte, Le Baiser au lépreux). En Génitrix, Le Désert de l'Amour, Thérèse Desqueyroux y su continuación La fin de la nuit, y en Noeud de Vipères, expresa la miseria del pecador alojado de Dios: sus pasiones, su soledad, sus remordimientos... De ahí la violenica que campea en sus novelas y que se le ha reprochado a menudo. Mauriac se ha defendido contra estas impugnaciones numerosas veces en su Diario y en diversos ensayos, y afirma su derecho a pintar como católico "una humanidad sumergida en el mal"

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